martes, 21 de mayo de 2013

El poder de la imaginación. El cuento de los 3 gusanos de seda: pesimista, realista e idealista.


Una misma realidad, tres actitudes distintas y tres consecuencias diferentes.

“El poder de la imaginación” es el título de un breve cuento sobre tres gusanos de seda: pesimista, realista e idealista que enfocan la Vida y los momentos de cambio con visiones distintas.

Con esta metáfora podemos entender hasta qué punto las creencias nos limitan y condicionan nuestro futuro, que tiene muchas más posibilidades de lo que creemos con mentes encorsetadas.

Los cambios producen miedo y resistencias a todos los niveles, pero, sabiendo que las crisis son oportunidades de transformación, es mejor cultivar un optimismo constructivo y fluir.

En estos tiempos agitados ¿con qué tipo de oruga nos identificamos cada uno?


EL PODER DE LA IMAGINACIÓN

Érase una vez tres gusanos de seda que ignoraban su futuro como mariposas. Sus nombres eran: Pesimista, Realista e Idealista. Se les acercaba la hora de su transformación y empezaron a sentir los primeros síntomas….

Su voraz apetito fue desapareciendo, su movilidad menguaba a gran velocidad y, finalmente, sintieron como el capullo les aislaba del mundo conocido, de la seguridad de lo cotidiano. En la oscuridad del misterio de su futuro, tuvieron pensamientos distintos:

Pesimista se dijo a sí mismo que estaba viviendo el final de su vida, y en lo más profundo de su sentir, se despidió de los buenos momentos.
Realista se dio ánimos diciéndose que todo aquello sería momentáneo y que, tarde o temprano, todo volvería a la normalidad.
Idealista sintió que, aquello que le estaba ocurriendo, podría ser la oportunidad para que se cumpliese su sueño más preciado: poder volar. Y aprovechó la oscuridad para perfeccionar sus sueños.
Cuando los tres capullos se abrieron, dejaron ver tres realidades iguales y distintas, a la vez…

Pesimista era una bellísima mariposa, pero…. estaba muerta… Había muerto de miedo.

Realista era una hermosísima mariposa, pero…. a pesar de ello, empezó a arrastrarse como cuando era gusano. Con satisfacción, dio las gracias al cielo por haber podido seguir igual.

Idealista, nada más ver la luz del día, buscó sus alas… y al verlas, su corazón rezumó alegría, emprendió el vuelo, y dio las gracias, repartiendo su dicha por todo el bosque.”




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